lunes, 11 de julio de 2011

El viento en la noche

El viento en la noche

Sebastián un enfermero recién recibido que recién empezaba su trabajo fuera del hospital tenía el encargo de cuidar a la señora Mendes, Sebastián se sentaba en la sala a hojear revistas y cada cierto tiempo hacia una ronda para ver como se encontraba la señora, la señora Mendes tenía una salud muy delicada por lo cual se necesitaba que constantemente fuera vigilada, la noche era fría y con mucho viento, en la calle se podía observar las hojas de los arboles pasar volando por las calles a lo lejos se podía escuchar aullidos inquietos de los perros.

En esos instantes en los que Sebastián se encontraba leyendo se fue la luz y todas las habitaciones fueron invadidas por una oscuridad total y el viento empezó a soplar cada vez más fuerte. Sebastián pensó rápidamente en ir por velas hacia la cocina pero no conocía muy bien la casa y no podía estar seguro de encontrar algo con esa oscuridad, en esos instantes pensó que en la habitación de la señora Mendes podría encontrar algo y se dirigió a su habitación, su vista ya empezaba a acostumbrarse a la oscuridad y consiguió ver la cama y algo encima de ella,  en esos momentos empezó a escuchar respiraciones muy raras y no consiguió determinar qué tipo de afección podría estar padeciendo la anciana que le estuviese provocando teles respiraciones.


Pensó en preguntar cómo se encontraba pero luego pensó que era inútil era obvio que no, empezó a tantear la cama hasta encontrar la cabeza de la señora  para ver si no tenía fiebre, justo en ese momento sintió una cabeza calva y helada, rápidamente la cabeza giro hacia el mirándolo directamente, Sebastián  salto hacia atrás asustado tropezando con un bulto blando esto lo hizo caer y en ese instante volvió la luz, al momento de fijarse con que se había tropezado se fijo que era el cuerpo de la señora Mendes tirada en el suelo con el rostro pálido y con expresiones de terror , la cama se encontraba totalmente vacía y esto hizo que el joven enfermero saliera de la casa con el temor de otro corte de luz, el viento continuaba soplando y los perros seguían aullando inquietamente.

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